Cerró la puerta de su casa y salió . Su rostro reflejaba una
tenue sonrisa, casi invisible . Una sonrisa huidiza a la mirada de lo demás. Y mientras caminaba las nubes le acompañaban,
unas nubes como humo blanco, como algodones muy tenues casi invisibles . Nubes
huidizas como su sonrisa . Nubes huidizas como los amantes que cuanto más se
alejan mas los deseas. Nubes huidizas como su padre. A medida que andaba las
nubes lentamente se alejaban. Era como si unas manos inmensas fueran abriéndole
paso en el cielo para iluminar su camino en el tierra. Y esas manos fueran
moldeando, ciñendo, abriendo el cielo azul a grandes lagunas donde se pierden
los ojos.
Y empezó a andar por una calle amplia, llena de casas,
una extensión blanca se abría a sus pies.
Casas de mil formas y alturas aparecieron ante él . Pasó junto a casas
viejas, silenciosas, impasibles. Casas
anchas, soberbias lujosas y casa humildes pequeñitas que parecían esconderse en
un rincón, en uno de esos rincones se
oye un sonido, un hombre de unos cuarenta
años golpeaba de cuando en cuando su
pequeño martillo sobre la quilla de un barco, que languidecía en la puerta de una
de esas casas.
Siguió andando, ya no ve casas, a lo lejos perdiéndose en la altura refulgen las
copas de los arboles nítidamente bajo el brillo de los primeros rayos de sol.
Se aprecian luces y matices tiñendo de colores lo que parecen unos almendros , quiere llegar hasta allí y
acelera el paso.
Se cruza con una
señora de mediana edad que pasea con su perro. La señora empieza a hablar. No
habla con él , habla con el perro. Dos chicos en pantalón corto y con cascos en
los oídos le adelantan por la izquierda dejando un rastro de olor a cuerpo
humano mezclado con olor a protección solar. Un niño de pocos años llora
mientras intenta soltarse de la mano de su madre
Ahora las nubes aparecen desgarradas por una montaña, se
acercaron sinuosamente a ella , se
entregaron dulcemente pero la montaña las ha desgarrado sin piedad. Ahora ofrecen una mezcla de claros y oscuros, de
luces y sombras....
En las sombras refresca, sopla una ligera brisa, se pone la sudadera que llevaba atada a la
cintura y sigue andando cada vez más deprisa, tiene que llegar a la montaña, a
los almendros, al acantilado.
Un señor mayor, de pelo blanco destaca a lo lejos, reptando
hacia la altura de la montaña, perdiéndose , reapareciendo por las curvas del
camino, perdiéndose definitivamente
La cumbre se vislumbra radiante, las laderas están llenas de
matorrales, los almendros han quedado atrás. Arriba una bóveda azul, a lo lejos
se oye a un perro ladrar
Y de repente ahí está. Su silueta se recorta ante el inmenso
acantilado , está de espaldas a él,
sentando en un banco de madera, un banco parecido a los que había en el
retiro cuando éramos pequeños. Esta delante de un enorme mar brillante, de un azul
intenso, uniéndose en el horizonte con un cielo diáfano y luminoso y haciendo
difícil distinguir que es mar y que es cielo. Lleva un pantalón gris de franela
y una jersey marrón de lana , zapatillas de deporte sin atar y su abundante
pelo blanco se movía con el paso del viento. Se oyó una voz, flotando en ese
viento ... ¿ Papá por qué te has
ido? Como respuesta solo una presencia muda que añade misterio a una luminosa
mañana....
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