miércoles, 13 de noviembre de 2013

EL COLOR DE LAS PALABRAS





EL  COLOR  DE  LAS  PALABRAS

A veces la unión de dos palabras, que nunca consideramos que pudieran juntarse, forman algo misterioso, forman algo como un milagro , atrapan a las personas con una especie de lazos, creando vínculos emocionales.

 Es complicado crear vínculos emocionales entre dos personas, entre miles es difícil, entre millones es casi imposible.  Pero las palabras cuando las juntamos de una manera especial lo consiguen. Se expanden cubriendo al que las pronuncia, envolviendo al que las escucha y  transportando a todos a otro lugar, un lugar donde se rompen los límites entre la consciencia y la inconsciencia. Un lugar que aunque nítido, vivido y definido no acabas de saber si es real o es soñado.

Y eso hacemos las mujeres. Hablamos y escuchamos porque así nos trasportamos a un mundo mejor, o por lo menos hacemos más habitable y llevadero el que tenemos.

Leía estos días un estudio en internet que dice que las mujeres usamos una media de 30.000 palabras al día y los hombres sin embargo usan 15.000. ¡¡Justo el doble!!

Parece excesivo pero sin embargo el mismo estudio realizado hace 10 años decía que las mujeres hablaban  3 veces más que los hombres a lo largo del día. La incorporación de la mujer al trabajo y el menor tiempo libre nos hace hablar menos ¿Llegaremos a hablar menos que los hombres ?

Curiosamente mientras con los años descendían las palabras pronunciadas por mujeres,  se incrementaban  sobre ellas el porcentaje de diagnósticos de depresión y ansiedad, las visitas al psicólogo y las sesiones de coaching  ¿Tendrá algo que ver?

Pues parece que sí.  Está demostrado que el simple hecho de hablar desencadena una serie de reacciones químicas en las mujeres, que nos produce una sensación similar  a la que sienten los adictos a la heroína cuando se suministran una dosis. Hablar nos desahoga, nos hace liberar endorfinas, nos relaja y nos hace felices.  Pero también nos hace felices escuchar, nos implicamos, empatizamos y nos interesamos por lo que nos cuentan los demás.

 Cosa que no hacen los hombres, parece ser que la testosterona reduce las dimensiones de la parte del cerebro dedicada a escuchar. Por eso se quedan parcialmente sordos cuando les contamos nuestras preocupaciones, nuestros planes o nuestros sueños y totalmente mudos cuando esperamos sus respuestas.