Todos tenemos un lugar, un sitio que sentimos que es nuestro, que
nos pertenece .
Un sitio que ejerce tal magnetismo sobre nosotros, que nos atrae
con tanta fuerza, que una vez allí no
queremos salir.
A mí me pasa con Javea.
Anoche pensaba que era lo
que tenia Javea que me atraía tanto..
Y pensé en su costa bañada por transparentes y limpias aguas , que dibujan
formas rocosas y esconden cuevas y calas salvajes que te abrazan y te acunan
con el murmullo de las olas y te acarician
la piel con el soplo de su brisa, aguas que no ocultan nada, se desnudan
ante ti , te ofrecen contemplar todo lo que en su interior atesoran ...
erizos , anémonas, algas, estrellas de
mar y peces, mucho peces que huyen de las
garzas que despliegan todas sus habilidades pescadoras.
Pensé que quizás serian sus colores...Los verdes, amarillos y fucsias que cubren el suelo y los rosas, violetas, malvas , que cubren el cielo y al
amanecer encienden el mar y le tiñen con una luz misteriosa que no parece real.
Pensé en sus sinuosos acantilados
ocres y rojizos que al atardecer parecen barnizados de un brillo dorado como si una hada hubiera hechizado las rocas,
salpicándolas de polvo de estrellas y no supieras si lo que ves es real o estas soñando, lo único que sabes es
que quieres volver...