miércoles, 6 de julio de 2016

DETRAS DE LA PUERTA


Eran las tres de la mañana. No podía dormir. Lo intenté todo:  Dejar la mente en blanco, no pensar en nada, pensar solo en lo bueno, contar los países que me quedan por visitar, contar ovejas, contar los novios que tuve y los que no tuve.  ¡Pero nada! No había forma de perder la conciencia…


 Con lo cual me dije: Ya está bien de perder el tiempo, me levanté, me fui a la mesa del comedor, saqué el ordenador y me puse a escribir… Con el impulso que me daba el sonido del silencio y con la sensación de control que te da el saber  que medio mundo está dormido mientras tú sigues despierta me fluían las palabras con más agilidad que de costumbre.