Hace unas
semanas ingresaron a mi madre. El ambiente de hospital me sobrecogió. Enfermeras recorriendo los pasillos a paso
ligero. Sillas de ruedas con enfermos
consumidos, celadores moviendo camas como autómatas programados con un mando a distancia.
Pequeñas consultas con puertas semicerradas que dejaban entrever a jóvenes
médicos estudiando informes….Y al final
de un largo pasillo la sala de observación, paneles de control, goteros, respiradores,
monitores.... Entre todo ese hervidero
de profesionales de la medicina y
tecnología hospitalaria estaba mi madre,
media cortina separaba la mínima distancia con la otra cama. Me acerqué. Me sonrió.
Pronto saldría. Le cogí la mano y se le iluminó la cara. La luz que desprendía iluminó también la cama de al lado. Y entonces
reparé en ella....
Tendría mas de 80 años, tubos por todas
partes, y estaba sola. Tenía la piel muy
arrugada, los dedos torcidos, me imagino
que a consecuencia de la artrosis, y en sus uñas recortadas quedaban restos de
una laca color ciclamen. Ella también reparó en mí. Me miró, y vi que sus ojos grises brillaban llenos de lágrimas.
Los ojos era lo único bonito que le quedaba en el cuerpo. Después me llamó. Sin dudarlo me acerque a
su cama… Y entonces note como sus manos arrugadas,
sus dedos torcidos y sus uñas pintadas se apoyaron en mi brazo para decirme con una voz muy bajita, casi
imperceptible mientras se inclinaba hacia mi… "Por favor llama a mi
mama, dile a mi mama que venga ...Que venga conmigo que tengo miedo"
Y al mirar sus ojos....Vi el reflejo de los ojos de mi
hija cuando era pequeña y se lastimaba al caerse al suelo,
vi el reflejo de los ojos de mi madre
cuando le dijeron que su marido tenia cáncer, vi el reflejo de mis propios ojos
tras un desengaño amoroso, a través de
sus ojos vi el reflejo en el tiempo de todas las niñas asustadas que más de una vez hemos sido..... Vi el reflejo en el tiempo del ansiado
consuelo que siempre ,seamos niñas, adultas o ancianas proporciona el refugio
de una madre, vi el reflejo en el tiempo del poder y la fuerza que tiene su
cariño. Vi reflejados en el tiempo los lazos que nos unen a la persona que
buscamos cuando llegamos y que buscamos cuando nos vamos...
Después oí
una voz varonil y algo nasal que me trajo de vuelta: _Ya estoy aquí, susurró la voz.
Un hombre delgado, de aspecto elegante, pelo canoso, barba totalmente blanca, rostro serio y ojos
grises muy brillantes interrumpió de repente en la escena. _A que es guapo ¿ Verdad? , dijo Ella con un hilo de
voz impregnado de orgullo mientras le acariciaba la cara con la palma de su
arrugada mano. Un instante después me fui sin poder articular ni media palabra.
A
consecuencia de la sedación mi madre se había quedado dormida, solo habían
pasado cinco minutos pero yo había viajado en el tiempo. La enfermera me dijo
que me tenía que ir, que la hora de
visitas había terminado. Pero que volviera temprano al día siguiente porque darían
el alta a mi madre. Me puse loca de contenta, le di un beso muy despacio para no despertarla y me fui. Pero
antes volví la cabeza hacia la cama de al lado. Ella me miro otra vez. Esta vez
no me hablo. Ya no hacían falta las palabras. Porque eran sus ojos los que
hablaban y me volvían a decir: "Llama a mi mama"
A la mañana
siguiente me desperté muy pronto, dormí muy mal pensaba en mi madre y en su
vecina de cama. Me arregle, salí corriendo y tras media hora de atasco, aparqué
y entre en el hospital. Andaba casi corriendo por el largo pasillo en penumbra
del hospital y con las prisas me tropecé
con una señora joven, delgada, elegante y de una serena belleza, llevaba en sus brazos una niña pequeña, las
manitas le rodeaban el cuello y acurrucaba la cabeza en su hombro. La niña llevaba
el camisón del hospital e iba descalza. A las dos les brillaban los ojos.
Cuando reaccioné le pedí perdón pero no me contestó.
Me disponía a seguir mi camino cuando me di cuenta que detrás estaba Él,
el mismo pelo canoso, la misma barba blanca y los mismos ojos grises que los de
la madre y la niña con las que había tropezado segundos antes. Entonces me estremecí, note una descarga eléctrica
que atravesó mi cuerpo a la velocidad de la luz y el hospital se transformó en
un campo magnético, donde partículas de energía estática flotaban en tres dimensiones
... así flotando entre partículas de otra dimensión, de otro tiempo llegue a la
sala de observación . Mi madre ya estaba vestida y la maletita preparada,
le di un abrazo y antes de irnos mire la cama vacía de al lado. Mi madre me
dijo entristecida _...Se fue esta noche....
...Y yo contesté: _ Lo sé, vino su madre a
buscarla, las he visto, o las he intuido o quizás imaginado cuando se iban por
la cálida penumbra del pasillo del hospital...
Dejamos el
hospital, mi madre ahora esta débil, extremadamente delgada, se cansa al andar,
casi no come y empieza a olvidar las cosas pero cada vez que la veo me brillan
los ojos y a su lado siento el consuelo del ansiado refugio, siento la fuerza
de su cariño, la fuerza de los lazos del
pasado. Apoyo la cabeza en su hombro mientras ella reposa su mano en la mía y le
digo sin palabras porque ya no hacen falta... no me dejes mama, necesito que me sigas dando besos
y abrazos, que me sigas echando una
manta por encima cuando me duermo, que me sigas preguntando si he comido lo
suficiente y que me sigas llamando cuando estoy lejos... necesito tu alegría
porque sin ti... Yo también tengo miedo...
Nunca has escrito algo tan bonito...lo escribo entre lágrimas....me ha emocionado y tocado el corazón!!!!
ResponderEliminarMe has tenido en vilo durante todo el relato Lola y, al final, sobrecogida, se me han saltado las lágrimas...de pena, de emoción, de responsabilidad para con mis hijos, de puro amor hacia mi madre...porque no puedo estarle más agradecida por cuidarme tanto siempre, por ser mi madre, mi ejemplo, mi pilar...que gran suerte
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