Cantaba todos los días, me cantaba sus colores, me cantaba sus sabores, me cantaba sus olores. Cantaba a todas horas, cantaba de día, cantaba de noche. Siempre subido al palo más alto de la jaula. Siempre mirando al cielo. De día buscaba el sol de noche buscaba las estrellas….
Y cuando cantaba notaba una explosión, una erupción que derramaba gotas, gotas de alegría, gotas de ilusión, gotas de emoción y así un sinfín de gotas se mezclaban con un sinfín de tonos. Y gotas y tonos, tonos y gotas caían cortando el aire y formando una vertiginosa cascada de ritmos y melodías que me empapaba y me impregnaba de una suave y penetrante sensación de bienestar.
Y además cuando cantaba me contagiaba esa fuerza interior, esa fuerza oculta que se esconde en un ser tan diminuto pero capaz de hacerme sentir unas inmensas ganas de vivir, de cantar con él, ganas de volar con él… Lo pensaba y lo soñaba pero desafortunadamente, pensar y soñar no son lo mismo y desafortunadamente, ni se cantar ni puedo volar…Pero si puedo vivir…
Hasta que un día dejo de subirse al palo más alto. Y más tarde dejó de cantar. Pasó el tiempo y ya fue incapaz de subirse a ningún palo, se desplazaba por el suelo de la jaula. Después ya ni siquiera se movía, con extremo cuidado teníamos que acercarle la comida y el agua. Finalmente una mañana cuando empezaba a despuntar el sol escondió su cabeza debajo del ala y se durmió para siempre. Pero nunca, nunca dejó de mirar al cielo. Y sin embargo aunque a veces dejamos la puerta abierta jamás se escapó, nunca dejó la jaula vacía hasta hoy.
Era tan pequeño... Pero me ha dejado la huella de su canto en mis palabras
Era tan pequeño... Pero me ha dejado la huella de su música en mis oídos
Era tan pequeño... Pero me ha dejado la huella de su alegría en mi forma de mirar a los pájaros
Porque no cantaba para reclamar algo, ni cantaba para complacer a sus dueños simplemente cantaba porque tenía una canción…Una canción que cuando sonaba se oía en cada rincón. Una canción penetrante, la canción del canario, que para mí tiene un sentido especial.
Por lo tanto me di prisa y como en la maravillosa canción de Jorge Cafrune….Busqué una cajita de madera, que fue su morada postrera y en el jardín de nuestra casa a distancia muy escasa de un legendario nogal…enterramos a nuestro querido canario, a nuestro cantor sin igual
Y estoy segura que las lagrimas de la tierra de nuestro jardín harán florecer su maravilloso canto en otro lugar, en el cielo de los pájaros, un cielo donde vuelen libres y canten con sus gargantas sonoras y su hermoso vibrar, derramando gotas de alegría y notas de colores, trazando un mágico arco iris que ilumine el camino de la gente al pasar
Y cuando mire al cielo, a ese cielo de donde descienden los pájaros, buscaré la música, buscaré las gotas y las notas que en forma de estrellas ha dejado mi canario al volar
Cuando leáis estas palabras muchos pensareis que escribir o leer sobre un canario es demasiado obvio, que es ridículo… Algunos pensareis que exagero y solo algunos, los que habéis tenido animales de compañía alguna vez, los que habéis pasado por el trago de perderlos, solo vosotros entenderéis que por un animal se puede llorar. Aunque solo sea un simple y pequeño canario de color adamascado. Aunque solo sea mi añorado canario.
Que poético y bonito Lola, veo q empezamos el año en paz....Feliz 2013!
ResponderEliminarMe ha encantado tu testimonio y el hecho de ver plasmados tus sentimientos. Yo he pasado por algo parecido al perder a mi compañero, mi perro, despues de 19 años a su lado. Jamas pense qur seria tan dura su ausencia. por eso te entiendo, pero solo te entenderemos las personas que hemos pasado por ello.
ResponderEliminarMe has echo llorar y me has hecho recordarlo otra vez, Gracias. Un abrazo y feliz año.