sábado, 12 de diciembre de 2015

EL SONIDO DEL MAR

Resultado de imagen de javea los acantilados y las olas

La luz me despierta. Mi primer pensamiento fue que estaba en Madrid y  tenía que ir a trabajar. Pero en mi segundo pensamiento  me di cuenta que era Domingo, que no tenía que trabajar y que no estaba en Madrid.¡ Qué alivio! Ese fue mi tercer pensamiento.
 Me levanté . No había silencio .Oía una mezcla de ruidos lejanos,  una mezcla de escalas, frecuencias y notas.  Era como una orquesta dirigida por una batuta mágica, no la ves pero por la rítmica sonoridad de los ruidos sabes que esta. Oigo como algo salpica en las rocas y las hace gemir. Oigo como algo choca contra los acantilados a un ritmo preciso y los hace rugir. Y oigo como  algo llega con fuerza a la tierra y se desploma pesada y acompasadamente como la respiración de un atleta que por fin llega  a la meta. Y entonces las rocas, los acantilados y la tierra colorean esos ruidos, lo tiñen de una gama de azules y verdes en continuo movimiento.
Después me duché, tome un café , recogí la casa y desde el garaje me marché. Y mientras conducía de vuelta a Madrid ese ruido especial, ese ruido casi instrumental ,seguía resonando en mis oídos, y cuanto más lejos estaba  más se amplificaba su eco en mis oídos.
Me acompañó todo el viaje, ofreciéndome esa sensación de protección que te da recuperar el rumbo ,  consolándome con ese aroma salado tan familiar, acariciándome con su sensual  y armonioso baile, sumergiéndome en la complicidad de ese juego de acercarse y alejarse. Tranquilizándome, como a una niña perdida, con la inmensidad de su abrazo.
Llegue  a casa feliz. Una inexplicable sensación de serenidad, tranquilidad y paz me invadía por todas partes . Todavía  resonaba en mis oídos el ruido de la mañana , un ruido que me evocaba belleza y libertad.
 Y entonces lo supe... Cuando me vaya me gustaría que el viento me arrastrara con firme rumbo  hasta donde nace ese ruido y con  ritmo preciso me dejara caer entre las toneladas de agua y así entre olas, me gustaría  romperme  en los acantilados y formar  parte de ese juego de ataque y retirada , de terminar y volver a empezar, de morir y vivir,  porque el eco de esa sonoridad  será siempre para mí  la respuesta a la búsqueda de la belleza, a la sensación de libertad.
Y entonces lo supe... No era ruido eran las voces de los que eligieron el mar.

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